Siete preguntas elementales: Francisco Valenzuela

Con “escena” poética, en Chile, pienso en una película con fondos estatales, justamente, de bajo presupuesto, con pésima dirección  y actores mediocres. Me incluyo en ella. ”

 

Me gustaría ver en qué grado sobrevive la poesía, pues más bien parece una reliquia, entendida y querida por pocos, destinada al olvido. ”

Francisco Valenzuela Saravia es comunicador social, periodista y gestor cultural. Como escritor ha colaborado en distintos medios de comunicación y revistas de literatura. Su obra poética ha sido antologada en distintas ediciones locales y nacionales. En 2014 gana una Mención Honrosa en el concurso “Caballo Furioso” organizado por la Revista Lakuma–Pusaki y Ediciones La Polla Literaria con el libro inédito: “Post Beat”. Recientemente publica junto al colectivo Sujeto A Discusión el libro “Nublado Variando A Parcial” (Editorial LAR, 2017).

En el año 2015 aparece su primer libro “Los Colores De La Tribu” de Editorial Alto Horno y en el año 2017 su publicación más reciente “Poemas e Hiperpoemas” baja el sello de Casa Litterae.

Debo agregar que mis reflexiones tendían no sólo a cuestionar el reciclaje de ropas y actitudes baladíes, sino también de palabras extranjeras. El spanglish o palabras japonesas, por ejemplo, incorporadas a la conversa de mis pares, me era un hecho de gran curiosidad. ”

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1.- ¿Cómo vas de la creación al texto, cómo surge entonces y cómo se materializa el poema?

El escribir es leerse, me parece. Esta lectura de mí mismo, sucede en momentos de ocio y ego desbordado. Es un estado contemplativo en que, perdido en el pensamiento, atascado en medio del fluir de la consciencia, confronto a la realidad. Leo mi experiencia mental, nada más y transcribo. Tal vez sea una exageración hablar en estos términos, pero la mayor parte del tiempo es un arrebato cerebral en que se me aparecen dos o tres colores, dos o tres textos o imágenes “poéticas” que responden a un suceso en particular. Eso, en un comienzo.

Después de significar lo que veo en mi interior ocurre un borrador en bruto, en mi caso al menos, siempre es grosero, inocente y descabezado. De aquel escrito saco lo que sobra, no sólo saco lo que, creo, está de más, inmerso en una lógica de redacción, sino que también limpio aquello que no coopera con la imagen poética esencial, la cual me llevó a mover el lápiz en un principio (aquellos “colores” de los que hablaba). Si fuese necesario, aporto con más palabras, pero cuidando siempre no sobrecargar al peso de la construcción, pues como dije, la piedra angular, la base, es fundamental.

El poema aparece difuso, mentalmente, antes siquiera de escribir, y es durante este acto que se solidifica, o se torna en realidad. Pasa de una realidad abstracta, mental, a una material, escrita en verso. Eso, descriptivamente.

2.- Hay quienes afirman que existen elementos sociales asociados al lenguaje y que esto se traspasa de manera innata o instintiva a la escritura. ¿Es relevante esto para ti? ¿Cómo se expresa lo social en tu obra?

Se sabe que cada trescientos años aproximadamente, dependiendo del colectivo, una rama particular, nacida de un tronco o lengua base puede separarse de otra y constituir una lengua propia. Las palabras mutan, son desechadas y creadas constantemente, pero si elegimos escribir y sumergirnos en una realidad humana particular, el escritor debe elegir un formato o código gramático del presente. Es por ello que, lo quiera o no, un escritor está obligado a nadar dentro de su lengua. Qué duda cabe, su arte u oficio trabaja con la palabra.

Ahora, veamos a la lengua o al lenguaje como un gran lago rodeado por montañas. Estas cumbres, imagino, son el contexto que nos toca vivir, la sociedad de altos y bajos en el que nacemos. Hay escritores que gustan del nado y evitan volver a la orilla. Odian tener que secarse. Otros gustan poco del agua y devuelven rápidamente sus pies a tierra, para explorar nuevamente los picos, sobre el horizonte, de vuelta a casa.

Yo en lo particular debo aceptar que en un comienzo gusté más del nado, y sé que aquello nacía de mi inmadurez. Ahora, en conversaciones con colegas escritores me he dado cuenta que todos mis poemas, fuera instintiva o inconscientemente, respondían a una historia, un lugar y contexto determinado, una sociedad. Un muy buen amigo alguna vez me dijo: “escribo sobre aquello que conoces” y desde ahí salté de la mera invención, a la reflexión respecto a mi tiempo.

Con el tiempo, al visualizar ésta realidad, me fui empoderando de mi crítica, respecto a los elementos sociales que definen mi lenguaje y mi tribu (como diría Parra) y ya más consciente fui elaborando una suerte de teoría y arte poética respecto a los mismos.

Sí, es algo innato en todos los escritores al momento de usar el lenguaje, pero  puede irse tornando en algo totalmente consciente, en mi experiencia. Ese es un camino. De una u otra forma, aburre el nado. Hoy en día todo lo que escribo está íntimamente relacionado con la sociedad que habito, incluso me atrevo a decir que todo lo que concibo revela mi respuesta política respecto a esos mismos elementos sociales.

3.- Los grandes temas suelen aparecer como grandes interrogantes, preguntas ante las que los artistas se detienen, no con el afán de entregar una respuesta contundente, sino maravillados por la reflexión ¿Cuáles serían los grandes temas con los que te sientes ligado? ¿Cuáles serían los grandes temas para ti y para tu generación?

Justo hoy hablaba con un colega, en medio del trabajo, respecto a éste fenómeno. Él criticaba a aquellos seres grandilocuentes, llenos de juicios y verdades, que ansiosos estructuran a destajo la vida. Está de más decir que mi colega es asiduo a la filosofía, y rehúye en lo posible de estos seres, que escapan de la crítica y la meditación, tanto propia como ajena. Comparto ésta idea. Creo que el arte se hermana con la filosofía en este punto, pues ambas, como dices, se maravillan en la reflexión, y no necesariamente dan recetas de cocina o manuales de auto-ayuda, muy por el contrario; pero el gran arte, creo, nos deja con un gran vacío en el corazón.

¿Ahora, en lo particular, qué temáticas siento unidas a mi escritura? Pues bien.

Mis asuntos en un principio eran, me parece, y guardando las proporciones, de orden antropológico. En mi primer libro exploré el fenómeno de tribus urbanas, quería examinar éste fenómeno a nivel chileno, sobre todo durante la década de los 00’, años en que éste fenómeno irrumpe en forma de tribus urbanas foráneas, absolutamente ajenas a nuestra cultura, y recicladas de países como Estados Unidos y Japón.

La superficialidad del discurso me interesaba, y lo ingenuo de la venta; lo fácil que es ofrecer al incrédulo una cáscara en la que se sienta cómodo. La cultura de lo efímero, la videósfera y el exceso. A ello debo agregar que mis reflexiones tendían no sólo a cuestionar el reciclaje de ropas y actitudes baladíes, sino también de palabras extranjeras. El spanglish o palabras japonesas, por ejemplo, incorporadas a la conversa de mis pares, me era un hecho de gran curiosidad.

Ahora, en el presente, en mi segundo libro, mis reflexiones viran hacia un cuestionamiento respecto al nivel tecnológico alcanzado por la técnica científica. Exploro, más bien, el fenómeno de internet y lo que la realidad virtual significa para los humanos, tanto los desafíos y las ventajas que supone la aldea global, como los horrores potenciales que su total implementación y evolución significarían. Ésta realidad tecnológica, según mi tesis, estaría íntimamente ligada a una hiperrealidad: superación o desborde de experiencias que lentamente superarán a la realidad actual.

Los temas trabajados en mis libros, creo, son cruciales para, al menos, entender a mi generación. Hasta ahí mi pobre ambición.

4.- ¿Existe una escena poética en Chile? ¿Existe en tu territorio?

Con “escena” poética, en Chile, pienso en una película con fondos estatales, justamente, de bajo presupuesto, con pésima dirección  y actores mediocres. Me incluyo en ella.

Broma.

Sí, la hay, el problema es que no debería ser sólo una escenificación del oficio, un clip pasajero en que se lucen estrellas de cine. Los poetas, creo, no son actores. Claro que hay varias movidas de poetas, incluso debo decir que considero hay un rico y a la vez peligroso desborde de colectivos, talleres, micro-editoriales y agrupaciones poéticas. Como se repite en todos los países, hay una escena visible, en la que se pasean nombres famosos, en paralelo a esa escena desconocida y que por lo general le compete al estudio posterior, y no a la farándula. Esa segunda escena me interesa más, aunque (lo acepto) trato de saber lo que pasa en ambas.

Ahora, y creo a eso apunta tu pregunta: ¿hay una escena poética real, duradera, que la historia recordará? Creo, sin dar nombres, que hay exponentes nacionales que serán estudiados por el futuro, obviamente. A aquellos admiro. Incluso los hay contemporáneos, de mi generación, pero que en mi subjetividad, nada más, imagino duraderos. Son contados con la mano.

En mi territorio conviven ésta mismas dos escenas (visible e invisible), pero son una más de las miles que hay a nivel nacional. Poca difusión, cero auto-crítica y las rencillas internas típicas del medio escritural, dan como resultado una escena triste, que se queda en promesa, pero que nunca despega. Ahora, en calidad, creo “lo penquista” supera a muchas escenas regionales paralelas, y esto porque a diferencia de otras tiene un estilo propio, en común y con una rica historia ininterrumpida (o casi); ya sea la vieja guardia con su Concepción de lluvias, árboles y nostalgia, como el nuevo Concepción de edificios, color gris y lila. Nada que envidiar a Santiago, Valparaíso o Valdivia.

5.- ¿Tienes alguna influencia contemporánea? O ¿Cuál es tu relación en términos de influencia con tus compañeros/as de generación?

 Una vez un colega poeta me preguntó en una presentación cuáles eran mis influencias en poesía o a qué línea me sentía afín. No supe bien qué responder aquella vez, así que aprovecho de responderle aquí, de forma más completa, al menos indirectamente.  Ahora, debo hacer una salvedad. Mencionaré autores que me “influencian”, dejando de lado otros que sí, admiro profundamente, pero que no se relacionan con mi forma de escribir.

Me influencian, sin lugar a dudas: Carmen Berenguer, por su estética pop-punk, a veces minimal, pero sobretodo criolla, siempre crítica y substancial. Además, por oler en un tiempo no tan cercano muchas de las formas que se escribirían posteriormente, de manos de mi (pobre) generación.

Gonzalo Muñoz, por otro lado, me fue una obsesión, hace no tanto tiempo, esto al escuchar sobre los infames “seis tigres de la poesía chilena” (invención de Lihn que leí en un cuento de Bolaño). Era el único que no conocía del rat pack, ignorancia que me llevó a su NEXT/ESTE y por consiguiente a estudiar las neo-vanguardias y en especial el neo-barroco (estética que tiendo también a emular).

Me son indispensables, por tanto, y en ésta línea: Sergio Badilla, y su transrrealismo, otra vanguardia de mi obsesión; Alexis Figueroa y sus televisiones post-apocalípticas; Tomás Harris, por su ficción íntimamente penquista, local; y así muchos otros. Creo que hablar de influencias internacionales ya sería infinito, pero pienso también en: Leopoldo María Panero, Robert Browning, Gregory Corso, etc.

Respecto a quiénes me influencian, generacionalmente, dentro de mis contemporáneos, debo decir que todos los que conozco, en algún grado, me afectan, incluso los más falsos, los que de verdad pasan sin querer a la poesía o querer si quiera estudiarla, y quieren nada más una corta temporada poética. Somos todos hijos de un mismo tiempo difuso, sin grandes textos o ideas a las que adherir y que a primeras parece destinada a la mediocridad y la incertidumbre. Sinceramente, todos los que conozco, me influencian, para bien o para mal.

6.- ¿Recomiendas algún escritor o escritora que sea fundamental para ti y que haya sido relegado,  minimizado o sea inexplicablemente desconocido y que quisieras relevar para los futuros lectores o creadores?

Buena pregunta. Más aún en poesía.

A nivel local, Francisco Inostroza Rebolledo. Niño, en una repisa llena de expedientes y libros de economía, vi un libro llamado “Condenas Celestes”. Era una suerte de grito a Dios, ante la muerte. Sólo sé que fallece joven, en 1999, a los veintinueve años, que perteneció al Taller Literario Mano de Obra y que gana un concurso de micro-cuentos de la Universidad La Frontera. Eso y sus versos, por ejemplo: La ciudad / no existe/ ni nunca existirá / para los muertos que circulan / tras su propia huella.

A nivel internacional, Luis Antonio de Villena. No concibo el que sea un desconocido para gran parte de mi generación.  Tal vez tuve la suerte, nada más, que un poeta amigo me lo recomendó durante mi primavera poética. Me hizo transcribir muchos de sus libros, al menos los que llegaron a Chile, esto sin yo conocerlo personalmente. Con el tiempo sus imágenes fueron ganando espacio en mi mente, y sigo recordándolas, aún cuando jamás las releí. Gran poeta, creo, al nivel de los mejores, y más allá.

7.- ¿Si pudieras acceder a los grandes poetas del mañana, qué les preguntarías? ¿Y para qué?

Qué poetas leen, obvio. Hoy por hoy mi interés, de hecho, va más en tratar de prever o imaginar lo que se escribirá, y no quedarme en lo escrito. Y esto porque acabo de releer “El retorno de los brujos” de Jacques Bergier, donde en algún lado comenta la convicción de no cargar con nuestro siglo, y pensar ya como lo haría un ser del siglo XXII. Ir más allá de lo obvio, creer en realidades inconcebibles, mágicas, como creo lo sería mi presente, para Rimbaud, Shakespeare o Virgilio.

Además, me gustaría ver en qué grado sobrevive la poesía, pues hoy por hoy más bien parece una reliquia, entendida y querida por pocos, destinada al olvido.

 

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